Creemos que el ser humano es un ser creado por Dios a su imagen y semejanza, el cual fue formado con un espíritu, un alma y un cuerpo. (Génesis 1:27; Génesis 2:27; 1 Tesalonicenses 5:23)
Creemos que el hombre fue directa e inmediatamente creado por Dios a su imagen y semejanza. El hombre fue creado libre de pecado con una naturaleza racional, con inteligencia, voluntad, determinación personal y responsabilidad moral para con Dios (Génesis 2:7, 15-25; Santiago 3:9)
Creemos que debido a que todos los hombres de todas las épocas de la historia estaban en Adán, se les ha transmitido una naturaleza corrompida por el pecado de Adán, siendo Jesucristo la única excepción. Por lo tanto todos los hombres son pecadores por naturaleza, por decisión personal y por 3 declaración divina (Salmo 14:1-3; Jeremías 17:9; Romanos 3:9-18, 23; 5:1- 12).
Creemos en la condición perdida que el hombre adquiere desde que nace en esta Tierra y que sólo –gracias a la fe en Jesucristo y su sacrificio- podemos obtener el perdón de pecados, una nueva naturaleza y la seguridad de la vida eterna. (Efesios 2:1-3; Hebreos 10:10-14; Tito 3:4-7; 1 Juan 5:11-12)
Creemos que el nombre original con el que se identificó por primera vez a todos aquellos verdaderos seguidores de Jesucristo es el de “cristianos”, y cuyo significado entendemos como el de “pequeños ungidos”; siendo este nombre con el cual nos identificamos y nos damos a conocer públicamente. (Hechos 11:26)
Creemos que una de las metas principales del cristiano es crecer en la gracia y el conocimiento de Jesucristo, acompañada del cumplimiento de la gran comisión, que es la de ganar discípulos para Cristo. (2 Pedro 3:17-18; Mateo 28:18-20)
Creemos que la intención de Dios en la creación del hombre fue que el hombre glorificara a Dios, disfrutara de la comunión con Dios, viviera su vida en la voluntad de Dios, y de esta manera cumpliera el propósito de Dios para el hombre en el mundo (Isaías 43:7; Colosenses 1:16; Apocalipsis 4:11).
Creemos que, en el pecado de desobediencia de Adán a la voluntad revelada de Dios y a la Palabra de Dios, el hombre perdió su inocencia, incurrió en la pena de muerte espiritual y física; se volvió sujeto a la ira de Dios; y se volvió inherentemente corrupto y totalmente incapaz de escoger o hacer aquello que es aceptable a Dios fuera de la gracia divina. Sin poder alguno para tener la capacidad en sí mismo de restauración, el hombre está perdido sin esperanza alguna. Por lo tanto, la salvación es en su totalidad la obra de la gracia de Dios por medio de la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo (Génesis 2:16-17; 3:1-19; Juan 3:36; Romanos 3:23; 6:23; 1 Corintios 2:14; Efesios 2:1-3; 1 Timoteo 2:13-14; 1 Juan 1:8).