Creemos en los dones espirituales como herramientas que recibe todo cristiano para la edificación del cuerpo de Jesucristo en los términos de tiempo, propósito e importancia que Dios establece en su Palabra, (Efesios 4:1-16; 1 Corintios 12, 13 y 14).
Creemos en la necesidad de que la iglesia participe con Dios conforme Él lleva a cabo Sus propósitos en el mundo. Para ese fin, Dios da a la iglesia dones espirituales, que son hombres escogidos con el propósito de equipar a los santos para la obra del ministerio (Efesios 4:7-12), y Él también da capacidades únicas y especiales a cada miembro del Cuerpo de Cristo (Romanos 12:5-8; 1Corintios 12:4-31; 1Pedro 4:10-11), considerando más importante el fruto del cristiano por encima de la destreza o habilidad humana con la que ejerza estos dones. (Gálatas 5:16-26).
Creemos que hubo dos clases de dones dadas en la iglesia primitiva: dones milagrosos de revelación divina y sanidad, dados temporalmente en la era apostólica con el propósito de confirmar la autenticidad del mensaje de los apóstoles (Hebreos 2:3-4; 2 Corintios 12:12); y dones de ministerio, dados para equipar a los creyentes para edificarse los unos a los otros. Con la revelación del Nuevo Testamento ya terminada, la Escritura se vuelve la única prueba de autenticidad del mensaje de un hombre, y los dones de confirmación de una naturaleza milagrosa ya no son necesarios para certificar a un hombre o a su mensaje (1 Corintios 13:8-12). Los dones milagrosos pueden llegar a ser falsificados por Satanás al punto de engañar aún a creyentes (1 Corintios 13:13, 14:12; Apocalipsis 13:13, 14). Los únicos dones en operación en el día de hoy son aquellos dones no de revelación para equipar y edificar (Romanos 12:6-8).
Creemos que nadie posee el don de sanidad en el día de hoy, pero que Dios oye y responde a la oración de fe y responderá de acuerdo a Su propia voluntad perfecta por los enfermos, los que están sufriendo, y los que están afligidos (Lucas 18:1-6; Juan 5:7-9; 2 Corintios 12:6-10; Santiago 5:13-16; 1 Juan 5:14-15).
Don de Lenguas. Creemos que el DON DE LENGUAS era una capacidad sobrenatural divinamente otorgada para hablar en un idioma humano que no había sido aprendido por el que lo hablaba y que, al igual que todos los dones espirituales, debía servir como un medio mediante el cual alguno podía servir y edificar al cuerpo de Cristo (1 Co. 12:7; 1 P. 4:10). LI.- Creemos que el don de lenguas tuvo un propósito temporal que ya se cumplió y que, en la actualidad, ya no está vigente (1 Corintios 13:8). En este texto se emplea un término que significa que este don terminará por sí mismo, como sucedió al final de la era apostólica. 1. El don de lenguas era uno de los que sirvieron para confirmar la autenticidad del mensaje de los apóstoles (Hebreos 2:3-4; 2 Corintios 12:12). El don de lenguas era un don milagroso, de revelación, y la época de los milagros y la revelación terminó con los apóstoles. La autoridad apostólica y el mensaje apostólico ya no necesitaban más confirmación. Antes de que el primer siglo terminara, el Nuevo Testamento había sido escrito en su totalidad y estaba circulando por las iglesias. Los dones de revelación habían dejado de servir a propósito alguno. Y cuando la época apostólica terminó con la muerte del Apóstol Juan, las señales que identificaban a los apóstoles ya habían pasado a la historia (cf. 2 Co. 12:12). 2. Las lenguas tenían la intención de ser una señal para la Israel incrédula (1 Corintios. 14:21-22; cf. Isaías 28:11-12). Significaban que Dios había iniciado una nueva obra que incluía a los gentiles. El Señor ahora hablaría a todas las naciones en todo idioma. Las barreras habían sido derribadas. Y 9 entonces el don de lenguas simbolizaba no sólo la maldición de Dios sobre una nación desobediente, sino también la bendición de Dios sobre el mundo entero. Las lenguas eran por lo tanto una señal de transición entre el Antiguo y el Nuevo Pacto. Con el establecimiento de la Iglesia, un nuevo día había llegado para el pueblo de Dios. Dios hablaría en todo idioma. Pero una vez que el periodo de transición había quedado en el pasado, la señal ya no era necesaria. 3. El don de lenguas era inferior a otros dones. Fue primordialmente dado como una señal (1 Co. 14:22) y también era fácilmente usado de manera errónea para edificar a la persona misma (1 Co. 14:4). La iglesia se reúne para la edificación del cuerpo, no para la gratificación personal o búsqueda de experiencias personales. Por lo tanto, las lenguas tenían uso limitado en la iglesia, y nunca tuvo la intención de ser un don permanente.
Creemos que la evidencia de la historia también indica que las lenguas han cesado. Es significativo que las lenguas sólo son mencionadas en los primeros libros del Nuevo Testamento que fueron escritos. Pablo escribió por lo menos doce epístolas después de 1 Corintios y nunca volvió a mencionar las lenguas. Pedro nunca mencionó las lenguas; Santiago nunca mencionó las lenguas; Juan nunca mencionó las lenguas; ni Judas las mencionó. Las lenguas aparecieron sólo brevemente en Hechos y 1 de Corintios conforme el nuevo mensaje del Evangelio estaba siendo esparcido. Pero una vez que la iglesia fue establecida, las lenguas ya no existían. Los libros que se escribieron más tarde en el Nuevo Testamento no vuelven a mencionar las lenguas, y tampoco alguien lo hizo en la época post-apostólica